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Hace ya unos años participé como grafolóloga en un proceso de personal de una cadena de productos informáticos.

Los candidatos debían acudir en dos turnos de cinco horas al hotel Balmoral de Barcelona.

Mi colaboración consistía en ir analizando la carta de motivación que los jóvenes escribían en la primera prueba.

Y con esa carta, a petición de la empresa, hacíamos el primer descarte: consumo de estupefacientes y trastornos psicológicos graves.

Al final del día, consensuamos los candidatos favorables, aconsejables y descartados.

¿A quién contrató el cliente?, veamos algunos ejemplos:

“Válida para llevar responsabilidades, formar a las personas y dedicarse de pleno a conseguir  los objetivos”.

“Candidato muy motivado por las cuestiones técnicas, es inquieto, intuitivo y rápido, puede entender las necesidades del cliente y entusiasmar tanto que es capaz de cerrar una venta, por el atractivo de sus explicaciones, el entusiasmo y el convencimiento de que lo que vende es lo mejor”.

“Este candidato se muestra como un joven educado, atento, discreto, jovial,   amable, dispuesto y con un carácter previsible, sencillo y sin complicaciones”.

“Su comunicación es clara y muy técnica”.

“Goza de cualidades para contactar con las personas; tiene capacidad de observación, intuición para captar las necesidades del cliente, memoria e imaginación para resolver situaciones”.

¿A quién descartaba el cliente?, veamos por ejemplo algunas razones:

“Individualismo, independencia y cierto anarquismo del candidato”.

“Imprevisibles cambios de conducta con agresividad directa”.

“Candidata con un alto nivel de inmadurez”.

“Candidato que en las relaciones interpersonales se muestra inmaduro, caprichoso, inestable y reivindicativo”.

“Falta de dinamismo, motivación, energía, implicación, actitud proactiva, capacidad resolutiva y afirmación personal”.

“Candidato con escasa tolerancia al estrés y a la corrección; su mando directo tiene que estar pendiente  de no herir su sensibilidad”.

 

Una jornada intensa con una lección muy clara: la necesidad de aunar diversas estrategias para seleccionar el candidato adecuado.