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En post anteriores hemos referido a las modificaciones fraudulentas, concretamente, la desfiguración de la propia grafía e imitación.

Queda abordar el tema de la ALTERACIÓN DEL CONTENIDO O SIGNIFICADO DE UN TEXTO MANUSCRITO, y para ello y atendiendo al refrán, donde hay patrón no manda marinero, recojo la propuesta de los profesores Antón Barberá-Méndez (1998) en su libro de Ciencia Policial de la editorial Tirant Lo Blanc, libro que recomiendo a aquellos que buscan bibliografía rigurosa.

Los métodos de falsificación pueden ser varios:

A. Borrados o raspados con medios físicos.

Puede parecer de película, pero existen auténticas chapuzas: raspados en cheques o contratos en los que se trata de eliminar un número, por ejemplo; para ello se emplea no sólo la típica goma de borrar, sino también cuchillas o espátulas de corte fino.

Al eliminar un fragmento de palabra o de una cifra queda un espacio vacío extraño que delata la falsificación.

El perito entonces puede analizar el documento con luz rasante y microscopio que fácilmente revelarán levantamiento de fibras o corrimiento de tintas.

B. Lavados con productos químicos

Someter el documento a una radiación ultravioleta facilita la revelación de este tipo de lavados en el que se puede suprimir una palabra; el documento se impregna con una sustancia orgánica o inorgánica que debilita el entintamiento y que facilita la eliminación de alguna palabra empleando un pequeño punzón provisto de un algodón.

C. Intercalados y añadidos

En ocasiones la redacción no justificada de un texto o un espacio entre párrafos muy amplio facilita la inclusión de una palabra o fragmento. Esta agregación altera no sólo el contenido sino también el significado del documento.

Para analizar estas posibles alteraciones documentales, el perito debe tomar  medidas grafométricas entre letras, palabras y renglones; la no coincidencia de dichos espaciamientos es indicio clarísimo de manipulación documental.

D. Tachaduras

Suelo decir a mis alumnos que no hagan tachones en los exámenes o que no empleen tip-pex para ocultar algo, porque a trasluz se puede saber qué han tratado de ocultar. Como profesora prefiero una línea que tacha ligeramente una palabra equivocada que un emborronamiento, y esta preferencia no sólo es para procurar un texto limpio a simple vista, sino para comprobar en qué y cómo se ha equivocado el alumno.

Pero esa delicadeza que propongo a mis alumnos, no es propia de  personas que tratan de alterar el contenido de un documento tachándolo parcialmente, alteración que también se puede detectar con luces ultravioletas o IR.