Seleccionar página

Sobre un proceso de selección de personal.

Una empresa organiza en un hotel una jornada para la selección de personal de su próxima tienda de tecnología digital en Barcelona.

Convocan a los candidatos en grupos de 10 y los someten a diferentes actividades, juegos, dinámicas de grupo, test y a la redacción de una carta de motivación.

Al final de la mañana han pasado 65 candidatos, y por la tarde otros tanto.

Y como la idea del empleador es una selección exprés -me pregunto por qué interesa tanta velocidad- a los grafólogos nos toca hacer una criba rápida y seleccionar los candidatos que pasarían a una segunda fase al día siguiente.

¿En qué consiste este descarte inicial?

Siguiendo las indicaciones del empleador: descarto adicciones, patologías severas de neurosis o psicosis y también personalidades complejas y/o problemáticas en un equipo de trabajo.

¿Cómo lo hacemos?

Atendiendo a los tipos de descartes solicitados:

1.- Analizamos la “salud” del trazo, por ejemplo, la presencia de cegados, torsiones, rebabas, retoques y temblores excesivos.

2.- Comprobamos la conducción del trazo y descartamos rigideces de cualquier tipo, simetrías, blancos excesivos, fracturas y desconexiones.

3.- Y según sea el perfil laboral solicitado, analizamos si predomina:

 el espacio -que orienta a un perfil de da prioridad a lo social-,
 el trazo -que se refiere a la energía vital del sujeto-,
 el movimiento -que tiene que ver con la motivación personal-
 la forma -referida a la importancia de la imagen y/o representación personal-.

Y a grosso modo nos preguntamos qué hace la escritura, cómo avanza, qué tipo de trayectoria tiene, cómo, cuándo y porqué se detiene.

Siempre, siempre, coincide nuestra impresión inicial con otras valoraciones.

En aquella ocasión, alerté de un caso de adicción; previne a los encargados del proceso que aquel joven iba a necesitar salir del hotel a las pocas horas. Y así fue.

No es que yo fuera bruja, es que la escritura de aquel chico tan crispada con elementos de depresión apuntaba a una necesidad imperiosa de “tomarse un respiro”.