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En los colegios permiten escribir con letra tipográfica a niños de 7, 8 y 9 años; algo nada recomendable a estas edades en la que todavía no han consolidado el gesto gráfico.

¿Y qué les sucede?

Que pierden el tiempo, levantando el útil del papel, se despistan porque no saben por dónde seguir, se ponen nerviosos porque van lentos, porque les sale mal…

Este es un ejemplo, en el que el niño, incluso, imita la forma de la vocal a, que requiere un complejo recorrido dextrógiro-sinistrógiro-dextrógiro: a.

Sus padres están un poco preocupados por esta escritura en la que las letras no se asientan bien en la línea de base, no hay una clara diferenciación entre las palabras y, lo que es más alarmante, la variabilidad en el tamaño de las letras.

Este es un tema importante para valorar en la escritura infantil: la disparidad en el tamaño de la letra que representa la desigual valoración de uno mismo; en ocasiones la letra se hace más grande, en ocasiones más pequeña, lo que significa que en ocasiones el niño va de mayor, llama la atención, pero en ocasiones se vuelve invisible o pequeño, y por tanto, la autoestima merma.

En este caso, el cambio escritural coincide con el nacimiento de un hermano.

El niño desconoce su rol y se siente menos atendido y por tanto menos querido.

El niño se dice: si mis papas no están por mí, entonces es que no soy tan mono como mi hermano, entonces yo no valgo tanto, entonces no soy tan bueno…

Pero los adultos sabemos que esto no es así y como siempre hay que dar muchas muestras de cariño, de afecto, de felicitaciones, de apoyo y de exclusividad.

Y este desajuste emocional si se encauza bien, es un buen aprendizaje para la vida, ya que no podemos ser eternos Peter Pan o/y ombligos del mundo.

A nivel grafomotriz se recomienda que el niño haga ejercicios en los que desarrolle la cohesión ligada sobre un papel cuadriculado y que procure mantener el mismo tamaño de las formas.

La solución inmediata es acudir a internet donde encontramos infinidad de fichas imprimibles de ejercicios de grafomotricidad.

Sin embargo, sólo el grafólogo nos puede orientar sobre  los ejercicios más adecuados para corregir un aspecto concreto de la escritura del niño, porque no todos los ejercicios sirven para lo mismo.