Este es el caso de un posible plagio entre dos obras literarias; una autora acusaba a un escritor de haber plagiado un libro con el que había participado en un concurso literario.
El supuesto plagiador se había llevado el galardón y la autora nos encargó un análisis de comparativo de las dos obras.
El estudio reveló que, a pesar de las coincidencias entre las dos obras, no podía determinarse un plagio no sólo porque no se reproducían palabras/frases/párrafos idénticos, sino por otras razones más generales, entre las que destacamos:
• Las coincidencias a nivel semántico y contextual entre la obra cuestionada X y la obra Y se debían a un tipo de coincidencia casual y anecdótica, ya que ambas obras contienen elementos lingüísticos y metalingüísticos propios de una novela de aventuras dirigida a un público juvenil.
• Ambas novelas ambientadas en la actualidad y en la época medieval, comparten algunos elementos comunes que aparecen en novelas, cuentos infantiles o películas de este género: edificios antiguos, espadas, armaduras, seres o monstruos fantásticos, noches oscuras, luz de antorcha, brujas o hadas, seres misteriosos, apariciones, peligros, viajes al pasado, mapas, animales parlantes, objetos enigmáticos y misiones imposibles.
• En ambas obras son chicos los protagonistas, porque ambas novelas están dirigidas a un público juvenil y en ambas, por tanto, los valores de la amistad, la valentía y el compromiso son indispensables para llevar a cabo una misión.
• Por otra parte, la coincidencia puntual a nivel semántico entre ambas obras se debe precisamente a que pertenecen al mismo subgénero literario. Del mismo modo, los títulos hacían referencia al latín, lengua utilizada en el medievo, que siempre añade un elemento de misterio (y si no…véase Harry Potter…)
Del mismo modo, no podemos hablar de plagio si comparamos dos series de televisión cuyos protagonistas sean detectives, policías, abogados, traficantes de drogas o cirujanos.
Cansaditos estamos de ver los mismos escenarios y hartitos de ver casas abandonadas, institutos, reuniones de vecinos, escenas de sexo, bares de amigos, quirófanos, despachos, comisarías…
A eso se le puede llamar inspiración más o menos casual, pero no plagio, y si no, echen un vistazo las obras de arte medieval, renacentistas, barrocas, románticas, ¿acaso no tienen en común muchos elementos?
Hagamos un esfuerzo colectivo de creatividad y sorprendámonos con una serie original en la trama, en los personajes y en los escenarios…la estamos esperando.