Tu escrito, no es mi escrito.
Esta máxima puede aplicarse a la escritura manuscrita, sin duda, pero también a los textos -de cualquier índole- que podemos escribir; y es que cada uno tenemos una manera de expresarnos; y esa peculiar manera de expresarnos se denomina idiolecto.
En un caso reciente, en el que el litigio se centraba en si una persona había redactado unos correos electrónicos, presentamos un dictamen de lingüística forense. Es una prueba poco habitual y en ocasiones hay que explicar al juez en qué consiste.
Como el juicio se celebraba en una ciudad de Castilla-León se me ocurrió para ilustrar mejor la prueba, analizar varios artículos periodísticos de dos columnistas del periódico de mayor tirada de la ciudad, y presentar las conclusiones al juez.
Los letrados de la Sala conocían dichos periodistas, su perfil humano y su afiliación política. Por la manera cómo planteaban el tema, les era fácil distinguir quién podía ser el autor cada artículo.
Pero ¿habría otra manera de distinguir la autoría? Sí, analizando la manera de escribir.
Uno de ellos apostaba por un estilo denotativo, frente al carácter connotativo del otro.
Curiosamente el porcentaje en el uso de formas verbales era casi idéntico (24,6 % y 24,8%) , sin embargo, uno empleaba gerundios y el otro los omitía; uno empleaba perífrasis y el otro infinitivos con preposición; uno recurría a la pasiva refleja y el otro sólo en una ocasión.
Los textos con un carácter más connotativo se caracterizaban por un mayor uso de sustantivos, pronombres personales y adjetivos posesivos.
Los textos con carácter denotativo insistían en el uso nombres propios, adjetivos calificativos y adverbios.
La exposición de estos antecedentes sirvió como preliminares para que la Sala entendiera la posibilidad de que, analizando el idiolecto de aquellos correos electrónicos desde el punto de vista de la lingüística forense, se podía identificar el autor o descartar una autoría.