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La escritura evoluciona y adquiere con los años seguridad, soltura y estabilidad, pero para ello requiere un necesario y, a veces, desalentador aprendizaje.

Los accidentes escriturales se van resolviendo, pero, en ocasiones, hay escrituras infanto-juveniles construidas de tal manera que son reveladoras de un desajuste o malestar interno.

Padres y profesores se lamentan de las formas extrañas de la escritura de un alumno y pueden acudir a un grafólogo infantil para resolver sus dudas.

En líneas generales los aspectos gráficos que suelen ser alertadores son:

  • Ocupación inusual del espacio (invasora, isla, rígida, laxa).
  • Excesiva o ausente separación entre líneas, palabras o letras.
  • Exceso o falta de presión.
  • Formas raras, exageradas, adornadas, hiper o hipo estructuradas.
  • Tamaño muy pequeño o muy grande.
  • Líneas muy sinuosas o descendentes.
  • Velocidad inmóvil, inhibida, efervescente o propulsiva.

Amparo BOTELLA  apunta que una escritura podemos considerarla alarmante cuando se producen siete de estos rasgos, siempre y cuando no se justifiquen por la impericia o la disgrafía:

  • Blanco excesivo que nos alerta de un aislamiento voluntario.
  • Enlace de meandro sinónimo de adaptación forzada.
  • Retoques masivos que revelan ansiedad en un niño al que se le exige mucho.
  • Trazos recubiertos que denotan una inseguridad disfrazada; es un rasgo propio de los niños ansiosos por cumplir y que viven con sufrimiento las expectativas ajenas.
  • Cerrojillo sinónimo de reserva, de cierre y bloqueo con los demás.
  • Letras excesivamente estrechadas que denotan miedo, inseguridad y timidez paralizante.
  • Movimiento blando es propio de niños perezosos o débiles.
  • Crispación sinónimo de sobreesfuerzo.
  • Línea de base angulosa que revela incomodidad en el ambiente y trato difícil.
  • Movimiento que destroza la forma que denota dificultades de concentración, desentenderse de obligaciones y escaso interés por el trabajo.
  • Trazo muy poroso sinónimo incertidumbre vital e influenciabilidad.
  • Letras en dos veces reveladoras de que existe una dificultad en el trabajo cotidiano y en la memoria a corto plazo; en el plano emocional, incapacidad para asumir cambios en el ámbito personal y familiar.
  • Torsiones reveladoras de decaimiento o cambios físicos.

Y como siempre, no hay que buscar tres pies al gato, sino, sencillamente ir anotando los ítems en una ficha técnica concreta que iremos comentando en próximos post.