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Decíamos que en un equipo de trabajo multidisciplinar, se necesitan personas distintas para cubrir necesidades distintas.

El comercial extravertido, el analista encerrado en sus números, la secretaria inteligente que pilla al vuelo las indicaciones, el pedagogo que explica la estrategia, el tipo de mantenimiento que nos saca de un apuro…

Algunos candidatos manifiestan arrogancia, desconfianza, distanciamiento, y al mismo tiempo son trabajadores natos, inamovibles, competitivos y capaces de sacar adelante proyectos titánicos. Pero todo éxito tiene un coste y también una dificultad: saber manejarlos.

Este tipo de personalidades que pueden evitar un naufragio empresarial, aunque dejen varias víctimas emocionales por el camino, pueden detectarse en escrituras con estos rasgos:

Contexto de rigidez, impresión de fuerza e intensidad
Forma: paralelismo, geometrismo, letras hinchadas y amplificadas;  predominio del ángulo, hiperestructura.
Orden: compacidad, enmarañamiento, invasión desmedida del espacio, falta aire, firma revalorizada.
Movimiento: progresivo-propulsivo
Tamaño: desproporciones
Trazo: duro, espasmódico, apoyado.

El caso de sujetos que tienen dificultad para comunicarse o socializarse, pero que son candidatos idóneos para tareas que requieran introversión, análisis y focalización, el grafólogo puede señalar estas personalidades al detectar una serie de rasgos escriturales:

Forma: estática, geométrica, monótona, poca estructura, abolladura, m en cuatro arcos, enlace anguloso, disociaciones. Escritura discordante y yuxtaposición estática
Orden: automático, pero en general discordante, lapsus, chimeneas.
Movimiento: incatalogable o inhibido.
Dirección: flotante, sinuosa y a la vez rígida, tipo imbricada.
Tamaño: desigualdades y desproporciones

Por eso, insisto, no hay perfiles cerrados, sino personas que encajan.