En una selección de personal, hay cabida para todos y cuando sostengo “todos”, es todos.
La cuestión es saber encajar distintas personalidades, aunque algunas sean un poco especiales.
Con la prudencia que se requiere en estos casos y evitando un intrusismo profesional en el ámbito de la psiquiatría, el grafólogo, en base a unos rasgos escriturales concretos, puede referir un tipo de personalidades especiales que van a requerir una atención particular.
Esta atención conseguirá sacar lo mejor de las personas y evitará situaciones conflictivas.
Se detectan rasgos de una personalidad obsesiva al observar ciertos rasgos escriturales:
• Forma: bien formada, arcada, corregida, automatismo, monótona, cerrada, dobles óvalos, artificial y ocasionalmente rasgos iniciales separados como guiones.
• Tamaño: pequeño.
• Trazo: apoyado, pastoso, cegados, negro, regular.
• Ritmo: monótono, sin fluidez.
• Espacio: convencional, claro, respetuoso, denso.
• Dirección: rigidez en la línea de base.
• Velocidad: regular, lenta, pausada.
• Inclinación: vertical.
• Movimiento: inmóvil, bloqueado
• Cohesión: yuxtaposición estática.
• Firma: conforme, enmarcada.
En el caso de personalidades con tendencia a la buscar protagonismo, ser el centro de atención y desarrollar una extraversión ilimitada, los rasgos escriturales generalizados que se observan en las escrituras manuscritas son:
• Espacio: blanco, soltura, ocupación total. Irregularidades y contexto de adaptación.
• Tamaño: grande con formas fetales, espectaculares, prolongaciones, mayúsculas grandes y entre minúsculas.
• Forma ya sea expresiva como impresiva: cierta rigidez a modo de máscara.
• Trazo: seco y tenso (que indica rechazo afectivo), espasmódico que indica agresividad), ligero, rápido. En la clasificación de Pophal: II-IVb.
• Velocidad: rápida.
Los primeros son muy exitosos en perfiles técnicos-analistas; en cuanto a los segundos, suelen ser muy buenos en el ámbito artístico y comercial.