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No se permite fumar.

No se admiten mascotas.

No se autorizan visitas después de las 10 PM.

No se aceptan devoluciones sin recibo.

No se puede estacionar aquí.

No se permiten bebidas alcohólicas.

No se admiten niños menores de 12 años.

No se permite el uso de dispositivos electrónicos durante el vuelo.

No se puede entrar sin permiso.

La lengua española es rica en matices y en construcciones sintácticas que traen de cabeza a quienes tratan de aprender este idioma.

Una de las cuestiones más controvertidas es el uso de la pasiva refleja que es una construcción gramatical  que utiliza el pronombre «se» para formular oraciones en las que la acción recae sobre el sujeto sin especificar quién la realiza.

Este recurso es frecuentemente utilizado para dar órdenes o establecer normas, especialmente en contextos formales y públicos.

Veamos qué ventajas tiene:

  1. Impersonalidad. Al no especificar quién da la orden, se evita personalizar la autoridad y se centra la atención en la acción que debe cumplirse. Por ejemplo, «No se permite fumar» desvía el foco de quién impone la prohibición y lo coloca directamente en la acción prohibida.
  2. Neutralidad.Esta construcción aporta un tono neutral y objetivo a las órdenes, lo cual es particularmente útil en contextos donde la imparcialidad es crucial, por ejemplo, en señales de tráfico, reglamentos de edificios o normas en espacios públicos.
  3. Claridad y concisión porque las oraciones son directas y fáciles de entender, lo cual es esencial para asegurar el cumplimiento.

 

Pero, qué desventajas tiene, o mejor dicho, qué esconde la pasiva refleja?

  1. Falta de autoridad específica: esto puede generar incertidumbre o resistencia entre las personas, ya que no saben quién está detrás de la norma. En algunos casos, conocer la autoridad responsable puede aumentar la legitimidad de la orden.
  2. Percepción de frialdad. La impersonalidad y neutralidad, aunque beneficiosas, también pueden hacer que las órdenes sean percibidas como frías o distantes. Esto puede reducir la empatía y la conexión entre la autoridad y las personas a las que se dirige la norma.
  3. Posible ambigüedad en contextos específicos. En entornos donde las normas no están claramente establecidas o conocidas, la pasiva refleja puede causar confusión. Por ejemplo, en una comunidad de propietarios, un rótulo que diga «No se permite pisar el césped» podría no ser tan efectivo si los residentes no están familiarizados con las reglas internas de la comunidad.
  4. Percepción de manipulación. El uso de la pasiva refleja puede ser percibido como una táctica manipulativa, ya que oculta al sujeto que impone la norma.
  • Esta impersonalidad puede hacer que las personas sientan que las reglas son abstractas y no tienen un respaldo claro, lo que puede generar desconfianza o resistencia.
  • Al no especificar quién establece la regla, se podría interpretar que se está tratando de evitar la responsabilidad o el cuestionamiento de la autoridad detrás de la norma.
  • La falta de transparencia sobre la fuente de la autoridad puede ser vista como una manera de imponer reglas sin permitir un diálogo o una comprensión clara de la razón detrás de ellas.
  • Puede erosionar la confianza en las normas y en quienes las establecen. Las personas pueden sentirse más inclinadas a seguir reglas cuando saben quién las impone y por qué, lo que fomenta una mayor colaboración y respeto hacia la autoridad.

 

La manipulación -en cualquiera de sus formas- siempre, siempre es muy sibilina, engañosa, atractiva y responsable de cambios en actitudes y comportamientos.