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En la actualidad, el perito de Lingüística forense es reclamado para analizar y valorar el uso de un posible lenguaje ofensivo o vejatorio, por ejemplo en un anónimo o en unos mensajes de móvil.

Con los medios actuales digitales, al mismo tiempo que enviamos unas palabras por WhatsApp, las acompañamos de imágenes visuales o emoticonos, o bien para simplificar el mensaje o para reforzarlo.
Lo cierto es que hemos sustituido el cara a cara o la llamada telefónica, a unos caracteres que se conservan en un medio digital, que pueden trascender del ámbito privado porque son reenviados a terceros y que en muchos casos, dado que no vienen acompañados del lenguaje corporal, pueden ser mal interpretados.

Todos por tanto somos potencialmente dañinos y vulnerables al mismo tiempo de un comentario desafortunado o una metedura de pata.

Los mensajes son de diversa índole y puede haber un destinatario único o grupal; en cualquier caso suelen cumplir con una función informativa, social-amistosa, pero también se convierten en arma de doble filo cuando el contenido y la forma de esos mensajes pueden ser ofensivos.

Podemos preguntar a nuestra pareja: ¿Dónde están las llaves del coche? Lo que equivale a decir, ¿dónde has dejado las llaves que no las encuentro?, “No te enteras, pareces tonto, te lo he dicho mil veces”, “eres una histérica”, “menudo cabrón”, “es tu problema”, “no cuentes conmigo para llevar a los niños al médico” o sencillamente guardar un silencio.

Este tipo de mensajes pueden tener una carga emocional muy fuerte y revelar manipulación, sometimiento, indiferencia, culpabilidad, menosprecio, autojustificación, y todo ello derivar en consecuencias psicológicas de deterioro de la autoestima, irritabilidad, miedo, impotencia, inseguridad etc.

El perito lingüista debe en su informe considerar el tono general de los documentos, por ejemplo, paternal, familiar, fraternal, confidente y distendido o bien impositivo, irónico y demostrativo.

El tono especialmente impositivo o autoritario se manifiesta en la fuerza semántica de algunas palabras, en la acusación directa, en el uso de la ironía o en la autoridad como se aseveran algunas afirmaciones., en el uso generalizado de términos descalificatorios, acusadores y difamatorios, tono muy expresivo y desproporcionado ya sea para manifestar alegría o disgusto., gran intensidad o carga emocional, apremio, impaciencia, fanfarronería y sentido del humor o cierto sentido de la superioridad o egolatría por posicionarse afirmativamente y de forma muy categórica al manifestar que está en posesión de la verdad adoptando actitudes extrapunitivas