Cada cuadro conserva una historia.
Detrás de este, hay una historia de amenaza y protección.
Imagínense la situación: guerra civil, se enfrentan dos bandos; el ganador requisa los bienes de quienes pierden la batalla. El típico acoso y derribo que ya explicaba César en su De bello civile.
Nihil novum sub sole!
Para evitar el saqueo del bando vencedor, los propietarios de las obras de arte ocultan las firmas de los cuadros para no ser identificados sus autores.
Con posterioridad un miembro de la familia, reescribe el nombre del pintor. No pretende emular la firma, la desconoce, se la inventa.
Cuando el cuadro llega a manos de entendidos y ven semejanza chapuza, intuyen que la firma está escondida.
El restaurador se encarga de restaurar el lienzo y su historia.
Se recupera la firma oculta y se mantiene la apócrifa.
Y este es el resultado.
Un museo de Barcelona conserva el cuadro y nos recuerda la Historia.