Os presento un caso de análisis pericial caligráfico cuyo protagonista era un niño de once años.
El documento había sido presentado en el Juzgado por el progenitor; éste solicitaba la custodia del hijo en base a las declaraciones del menor.
Los resultados del análisis confirmaban que efectivamente ese niño había escrito el documento, pero, aunque la escritura era suya, había indicios de que ese texto -tan comprometedor hacia su madre- no había sido redactado con su escritura espontánea; algunos de esos elementos eran:
• la confusión de las vocales (e, a, o),
• el trazo recubierto en los óvalos,
• el tamaño muy pequeño de la zona media (0,5/1 y 1,5 mm),
• el trazo pastoso, calibre grueso, estrías y muy presionado,
• variabilidad de la zona media,
• abolladura de los óvalos,
• compacidad de las letras,
• rigidez de la línea de base y en el margen ,izquierdo
• acortamiento excesivo de las hampas, etc, etc.
Que un niño escriba con una escritura en la que los grafólogos detectamos señales de alarma obliga a averiguar porqué o qué ha motivado que exista constreñimiento escritural o dificultad para trazar los rasgos habituales.
El profesor Vels apunta como causas de un constreñimiento escritural las siguientes:
1. Inhabilidad gráfica por falta de dominio motriz o desorganización motriz.
2. Por excesivo cuidado en el dibujo de las letras.
3. Por el deseo de esconder o disimular ciertos pormenores o rasgos de la personalidad.
4. Por causas externas (frío vivo, excesivo calor, cambio de altura etc)
5. Por causas de orden mecánico tales como la utilización de una pluma defectuosa, de un papel o una tinta inapropiadas o por la posición inadecuada al escribir etc.
6. Por la presencia de un tercero que coarta la libre capacidad expresiva del sujeto.
Este último punto encaminó el estudio hacia un análisis de Lingüística forense para comprobar si el autor material coincidía con el autor intelectual del documento.
Teníamos en contra la declaración inicial del niño recogida en la demanda: que el niño “ha querido explicar de forma voluntaria la verdadera situación en la que ha vivido”.
El informe de lingüística forense concluyó que el autor intelectual era un adulto.
Las cartas sobre la mesa. No había juego. El farol es siempre un farol.
El niño había sido obligado por el padre a escribir aquella nota killer.
La justicia fue entonces justa y la madre recuperó la custodia, la confianza y el amor de su hijo.
Porque eso, no hay padre que lo quite.