El trazo también se puede analizar en un graffiti.
La presión sanguínea es personalísima de cada uno y depende de muchos factores: la edad, el peso, la actividad, la estrechez de las arterias, los medicamentos, la apnea, el tabaco, el alcohol, el estrés, la alimentación….
La presión escritural también es personalísima y depende de muchos factores endógenos (la constitución física, la salud física y psíquica, la medicación habitual, los hábitos de ingesta de alcohol o consumo de drogas), pero también depende de factores exógenos como la textura y el grosor del papel, el tipo de soporte, la posición en la que se escribe, la calidad del útil escritural, etc.
Lo habitual es que el movimiento extensor del brazo -que implica mayor esfuerzo- provoque perfiles, es decir, que el trazo sea más fino.
Por el contrario, el movimiento flexor del brazo provoca un ensanchamiento del trazo.
En la imagen del grafiti detectamos presión desplazada, es decir la presión se ejecuta al contrario de lo que cabe esperar; por ejemplo, en la construcción de la S donde esperaríamos un trazo más grueso en el descenso, hay un trazo más ligero.
Sin embargo, este grafiti se ha ejecutado con un útil que incluye una esponja -como si fuera un limpia zapatos- y el grosor más o menos fino se debe a la posición del útil, ya que colocando la esponja en distintos ángulos se consiguen mayores o menores calibres.
En la imagen también observamos rebabas o bordes más o menos abiertos.
Es interesante este rasgo escritural porque también responde a la regularidad en el tipo de apoyo y en el modo cómo se coloca la mano que coge el útil.
Estos elementos constituyen unas pruebas certeras en casos de atribuir la autoría de grafitis anónimos a un autor determinado, ya que estos rasgos son imposibles de imitar por terceros, porque como decíamos al principio, se deben al tipo de presión personalísima de cada individuo.