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Ahora no se estila pegar con una vara ni encerrar al niño en la habitación sin merendar hasta que acabe los deberes.

Ahora los padres podremos caer en la amenaza directa de: no te tejo el móvil si no, no sales si no, o bien en el chantaje emocional: harías muy feliz a tu madre, si…; papá se pondrá muy contento, si…; planteándole al niño que el logro de la felicidad de sus padres está en función de lo que haga o diga, ¡pobre felicidad la de los padres!

Y ese niño inocente, ingenuo y bueno, hace y cumple lo que dicen y “sugieren” sus padres; y se apunta a todo tipo de actividades extraescolares, atiende las explicaciones de un profesor particular – carísimo -, se va un trimestre a Irlanda…

Y ese niño bueno y obediente va almacenando ansiedad, cumplimiento doloroso, cansancio, aburrimiento, silencio, deseos de complacer y, como en una olla a presión, un día, sale con fuerza y explota. Y entonces, a ese niño “tan mono” lo reconducen con una terapia psicológica, muy cara, y posiblemente, evitable en muchos casos.

Y es que ese perfeccionismo más o menos impuesto, directa o indirectamente por los padres, el entorno o el estilo educativo, pasa factura.

El adulto con años de experiencias y aprendizajes de recursos y estrategias personales exige al imberbe jovencito que actúe como él, con las únicas licencias de unos ratos de ocio semanales.

Y ese perfeccionismo incumplido conduce al niño a pensar: todo lo hago todo mal, esto es muy difícil, soy un inútil, no puedo hacer feliz a mis padres, mis padres piensan que no los quiero.

En la escritura el perfeccionismo, que a la larga rompe la fragilidad de un niño, se observa:

  • Formas estructuradas e hiperestructuradas
  • Escritura cilíndrica
  • Formas perfectas
  • Cohesión agarrotada
  • Margen izquierdo rígido
  • Finales inhibidos y descendentes
  • Accidentes en el trazado como presión desplazada o paso de apoyo medio a escaso apoyo
  • Cambios progresivos en el tamaño con tendencia a escritura ensiforme o más pequeña
  • Línea de base descendente -especialmente a final de línea-

Sin entrar en segregación por sexos – que de todo se saca polémica – lo cierto es que, estadísticamente hablando, este tipo de escritura es más habitual en escritura de niñas que en niños.