Hoy os vengo a hablar de Juan -nombre inventado-.
La muestra escritural puede tener quince años.
Me la entregó su autor, esperando una respuesta y encontró por mi parte una única pregunta:
¿Te pasa algo con tu padre?
Le rompí el corazón y echó a llorar un hombretón de 17 años.
Pero, ¿qué vi en la escritura?
Una firma tensa, ilegible, muy apoyada, hiper angulosa, hiper cerrada, con trayectoria descendente y sobretodo esa línea rígida que dividía el nombre y el apelllido.
O lo que es lo mismo, una tensión que lo separaba de su padre. Juan me contó que sus padres se habían separado.
Tensión evidente en el ductus escritural observable con el microscopio de luz ultravioleta.
Máxima presión y apoyo observable en el reverso de la hoja.
Su escritura nos revela muchos rasgos alarmantes, parece que está pidiendo a gritos que lo rescaten.
Llaman la atención: la densidad de la escritura, los anillados y la toma del espacio en isla, el margen izquierdo ampliándose y el derecho grande y rígido.
Ojalá hoy, Juan, hayas superado la angustia, el sentimiento de incomprensión, el aislamiento afectivo y la tendencia a la depresión.