El estudio forense del poema escrito por Rosa Peral desde prisión revela una compleja interacción entre su estilo de escritura, el contenido y el perfil psicológico inferido por los indicios conductuales que manifiesta.
Su manuscrito, un poema extenso con rima asonante y consonante, muestra una coherencia estilística que refleja formación y atención al detalle, pero también ocasiones en las que su autora se enajena de la realidad y se instala en un mundo onírico.
El análisis lingüístico del poema de Peral revela una mujer cuya vida gira entorno a sí misma, a pesar de que el poema está dirigido a sus hijas. El uso recurrente de la primera persona, con marcas de «yo» y «mi» que aparecen en 58 ocasiones, muestra su constante necesidad de ser el centro de atención y sentirse querida. Ella se dirige al mundo con la intención de reivindicar su inocencia y hablar de justicia y verdad, mostrando también un rasgo narcisista y mesiánico al creer que sus palabras pueden sorprender a todos.
Peral utiliza su carta para manipular tanto a sus hijas como a su audiencia general. A través de un lenguaje afectivo y coloquial, intenta presentarse como una madre amorosa y preocupada, a pesar de que convierte a sus hijas en responsables de su estado emocional porque ellas son origen de su alegria y de su tormento cuando no las ve. Además, ellas tienen la presión de lograr una solución a la situación de la madre, una petición que deja en completa confusión e indefesión a las hijas. La relación con sus hijas, por tanto, es ambigua y autoritaria, porque las hijas deben obedecer sus consejos, contestar sus preguntas y cumplir expectativas de su madre.
Peral emplea un lenguaje expresivo con técnicas de intimidación pasivo-agresiva, interrogaciones retóricas y afirmaciones categóricas para influir en la opinión de sus hijas y del público.
Su discurso, lleno de acusaciones y reproches hacia agentes externos (el mundo, personas anónimas), desvia la culpa de sí misma y la perfila como una víctima de circunstancias injustas.
El poema muestra una calculada ausencia de disculpas , confirmando esa firmeza de carácter de la que ella hace gala.
La insistencia en su sufrimiento y su situación sin aceptar responsabilidad personal y al mismo tiempo, proyectando un fututo ideal, evidencia un carácter inmaduro emocionalmente.