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Hace unos meses colaboré en un proceso de selección en el que el candidato tendría encomendadas labores de cierta complejidad manual y seguridad en un edificio.

El cliente me proporcionó un manuscrito de un joven candidato.

Nada más tenerlo en mis manos, me asaltó una alerta en mi cabecita y pregunté si, durante la entrevista con el candidato, habían notado algo especial en las pupilas o algún microtemblor en las manos.

Descartaron ese escenario. Insistí en la posibilidad de que el candidato pudiera estar bajo los efectos del alcohol.

La clienta me miró y me comentó que el candidato había dicho en dos ocasiones: «No fumo ni bebo». Un dato de la biografía que no es habitual en las entrevistas.

Tenía que comprobar este extremo.

Y efectivamente, el microscopio delató unas características habituales en escrituras de personas que sufren alcoholismo.

  • Irregularidad e inestabilidad del trazo, con cambios bruscos en la presión, tamaño e inclinación de las letras.
  • Deformación, arqueamiento o desproporción de letras, especialmente las curvas (o, g, p, d); trazos descuidados, con tachaduras y rectificaciones excesivas.
  • Trazo en rosario, botones inusuales, con oscilaciones, descargas y temblores.

Poco más que añadir. Dadas las circunstancias del puesto de trabajo, el candidato tuvo que ser descartado.

He aquí algunos detalles de la escritura: