Seleccionar página

En post anteriores hemos abordado este tema: la clásica modificación de la escritura o en la firma para negar -si interesa- la autoría de un documento.

El caso que hoy analizamos, es extraño; este papel y otros idénticos aparecieron enganchados en todas las farolas de mi barrio.

Se trata del ofrecimiento de un negocio o actividad profesional. Esta práctica publicitaria está muultada por todos los ayuntamientos y la multa se incrementa en función de los papelitos enganchados; pensé que, si retiraba uno de tantos le rebajaría la multa a la «señora» y me permitiría escribir unas líneas.

 

Se trata de una fotocopia, tal como se observa en la imagen tomada con microscopio digital con UV.

Alguien ha sobreescrito encima de la cinta adhesiva un «Se» con un bolígrafo de tinta azul. Una corrección que no es pertinente porque requeriría otra construcción sintáctica.

 

A pesar de que la escritura es torpona por la mezcla de mayúscula y minúscula y la distancia entre letras y palabras es  irregular, sólo se observa un trazo tembloroso en una letra.

La ortografía y la puntuación son correctas y la distribución de la masa gráfica, también.

 

Entonces, ¿a qué viene esa apariencia de torpeza? ¿Acaso se quiere dar a entender que la persona que escribe tiene escasa formación y en consecuencia necesita urgentemente un trabajo?

Esta hipótesis, se corrobora porque los retoques de la escritura no son arrepentimientos naturales que habitualmente se realizan para corregir una forma imperfecta de las letras, sino un retoque de añadido que trata de emular una impericia, que no es tal.

Me parece que nos han querido dar gato por liebre.