Seleccionar página

En anteriores artículos hemos abordado el tema del vínculo entre violencia y lenguaje y en esa misma línea, en este post apuntaremos algunas técnicas de persuasión

Hoy por hoy escribimos poco ya que la comunicación de índole personal y social se lleva a cabo mayoritariamente a través de vídeos y mensajes de voz.

La oralidad gana la partida frente a la escritura en cuanto a su expresividad;  elementos como el tono, el timbre o el volumen proporcionan mucha información del estado emocional y de las intenciones del emisor, especialmente cuando a esa voz le acompañan gestos y movimientos corporales.

Quizás por esta razón, cuando recibimos un WhatsApp un poco largo -porque se excede de los cánones habituales- tiembla nuestra mano e imaginamos que algo está pasando; leemos la misiva con cierto recelo, ya que el lenguaje escrito nos impacta.

Y debido a ese impacto y a sus consecuencias (lo que se entiende por acto perlocutivo del lenguaje), los lingüistas estudian las técnicas de cómo un sujeto consigue influenciar sobre otro individuo.

En criminología también se aplican estos recursos, por ejemplo, cuando los negociadores tratan de conseguir algo de un secuestrador. Sobre este supuesto, Sotoca Plaza (2019) recoge un modelo de rasgos que intervienen en la requerida persuasión:

  • La reciprocidad que se fundamenta en el hecho de que las personas se relacionan con los demás de la misma manera que se han relacionado con ellas en el pasado. Y es que plantear un quid pro quo resulta muy convincente.
  • La escasez que implica que las personas se aproximan a aquello que consideran único especial o difícil de conseguir; plantear la exclusividad de algo siempre lo hace muy atractivo, como las colas en la calle que se observan en las tiendas de lujo del Paseo de Gracia, en Barcelona.
  • La autoridad que emana de la percepción del status del interlocutor que merece ser atendido o bien dejarse influir por él.
  • El compromiso muy vinculante en personas vulnerables .
  • El consenso como estrategia para presionar un grupo ya que  se da por válido aquello que acepta la mayoría; y tanto el sentido de la autoridad como de una mayoría  influyen enormemente en personas  inestables o madurativamente menos desarrolladas.
  • La simpatía, porque siempre es mucho más atractiva y convincente una sonrisa que una mala cara. De ahí, que muchas veces al salir de una tienda nos preguntemos porqué hemos comprado aquello que no necesitamos.

Todas estas técnicas aplicables en criminología y observables en una comunicación son utilizadas en muchas películas de buenos y malos, donde los negociadores son tipos duros con carisma y un pasado desastroso, tipos atormentados y atractivos que tratan de convencer, sin ánimo de ceder en nada, a un delincuente cuyo plan se ha ido al traste.