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Estamos de enhorabuena.

Los lingüistitas forenses ampliamos ámbitos de trabajo, o mejor dicho, reconocimiento de nuestra labor. Seguimos siendo los mismos, pero empezamos a tener visibilidad.

Como he dicho en otras ocasiones, esta disciplina a medio camino entre lingüística, sociología, psicología y derecho, se abre paso como técnica reconocida en el ámbito de resoluciones forenses.

En la actualidad, nadie pone en duda un Grado de Criminología aunque  éste todavía debe trazar un camino para convertirse en un imprescindible de la investigación policial.

De hecho, a pesar de que un informe criminológico puede ir más allá del ámbito penitenciario, ni ayuntamientos ni particulares solicitan un informe criminológico ambiental para valorar los riesgos de inseguridad de una zona o de un proyecto urbanistico.

Y digo que estamos de enhorabuena, porque en criminología existen 3 herramientas que complementan la elaboración de un perfil criminológico.

En primer lugar, la autopsia psicológica que está encaminada a resolver las causas de una muerte.

 

En segundo lugar,  el contraperfil que consiste básicamente en enfrentar y comparar el perfil de un individuo acusado por unos delitos concretos con el perfil probable del autor de dichos delitos.

 

Por último,  el perfil lingüístico, ese al que me he referido en numerosas ocasiones en esta web y que resulta tan atractivo para los alumnos universitarios especialmente cuando  aporto casos reales en las clases.

 

Porque de la misma manera que la manera de vestir o caminar dice  de nosotros, también la manera de escribir refleja nuestra personalidad siempre y cuando la escritura sea espontánea y natural en el individuo.

Y aquí entra en juego la experiencia del profesional, porque como cualquier escena de un crimen puede ser amañada.