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Pinchos que pinchan.

Esa es la sensación que nos dio cuando nos encargaron que echáramos un vistazo a la firma de un cuadro que en breve iba a salir en una subasta pública.

Joan -nombre no ficticio- con esa tenacidad que le caracteriza empezó a indagar  y analizar cuestiones pictóricas del pretendido pintor del cuadro, Ignacio Pinazo.

De entrada desde el punto de pista de la pericial caligráfica me llamaba la atención un tema: la excesiva angulosidad en la caja de escritura.

¿Qué podemos decir de la angulosidad o de esos trazos rotundos? En la naturaleza la angulosidad sirve como instrumento de defensa (véanse los pinchos del cactus o las espinas de una rosa) y también de ataque (los colmillos); los hombres la utilizamos en los objetos de ataque y defensa, porque no nos imaginamos una  lanza con la punta redondeada ni un cuchillo sin sierra.

En un análisis grafológico la angulosidad se interpreta como aquel gesto propio de personas atacantes o que se defienden (por analogía a los colmillos o a las espinas de una flor)

Pero en pericial caligráfica (siempre y cuando no sea habitual en el escritor) la angulosidad  suele ser indicio de  falsificación y especialmente en los enlaces o en los puntos de cambios de dirección; habitualmente esa angulosidad se ejecuta con un trazado lento y sucesivos levantamientos  de útil que pretenden ir construyendo una escritura tan perfecta que resulta imperfecta.