«Chiquita» es el significado de la palabra tatuada en el brazo de una persona muy querida, Marta.
El tatuaje se lo estampó un amigo suyo cuya lengua materna es el árabe.
Ya sabemos que en esta lengua se escribe según la dirección propia de las lenguas semíticas, desde la derecha del papel avanzando hacia el margen izquierdo del papel: la dirección que toma esta trayectoria se denomina levógira o sinistrógira.
La dirección de la escritura que avanza de izquierda a derecha se denomina dextrógira, y es la que empleamos habitualmente -ya sea en un documento manuscrito como digital- quienes escribimos en lenguas románicas, por ejemplo.
Cuando Marta me enseñó sus variados tatuajes (una rosa, una serpiente, un sobre…) me llamó la atención el tatuaje de la imagen.
Siempre me decanto por la escritura, es mi perdición.
Y al mirar el tatuaje, algo crujió en mi formación de perito calígrafo: la dirección.
Fíjense en la imagen: la palabra empieza en la izquierda para trazar la letra lam en posición inicial y arranca con cierta inclinación a la derecha.
La trayectoria avanza lenta hacia la derecha, manteniendo la línea de base firme.
El desarrollo se ve interrumpido por ligeros levantamientos de útil que permiten construir la siguiente letra. Para escribir -lo que entiendo que es una ain- el movimiento flexor provoca un achatamiento de la zona de hampas y para ejecutar la shin, se inclina también a la derecha.
¿Cómo es posible que una palabra escrita por un árabe no se estampe con la dirección escritural normativa de esta lengua semítica?
La respuesta es clara: todo indica que el tatuador al escribir esta palabra no tenía la intención de escribir sino de estampar o dibujar una palabra: es decir: la palabra constituye en sí misma un dibujo.
Y la intencionalidad lo cambia todo.
De la misma manera que un tag para un grafitero no es un dibujo, sino su firma.