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Quien se propone hacer una tarta Sacher va a necesitar todos los ingredientes que señala la receta, porque   si se prescinde del chocolate o de la mermelada  la tarta puede estar buena, pero no será una tarta Sacher.

En el caso del análisis de una firma en una obra de arte sucede lo mismo porque deben cumplirse unos requisitos documentales:

En primer lugar, aunque resulte una obviedad: la identificación del grafismo. Los peritos calígrafos no somos magos y no podemos deducir la autoría en base a unas letras ilegibles o extrañas

La originalidad es un requisito esencial porque hay que asegurarse que la obra analizada existe y existe tal y como se muestra en las fotografías que nos facilita el cliente.

Es esencial analizar la obra original y cotejar las fotografías que nos proporcionan y esencial porque hay que analizar los posibles accidentes de la superficie que puedan originar incoherencias y sombras en el trazado, por ejemplo, una mota de polvo.

Analizar si la firma es espontánea es decir si se ha ejecutado según la manera habitual del pintor; puede ser que una firma sea formalmente exacta a la auténtica, pero la falta de espontaneidad gráfica, que se observa en las alteraciones en la presión, ritmo y cohesión y en la cohesión, puede ser indicio de falsedad.

La suficiencia no solo referida a la cantidad de ejemplares indubitados sino también a la suficiencia de grafismo en la firma dubitada, porque una firma muy simple, es más fácilmente falsificable.

La homogeneidad en el cotejo con obras indubitadas; es decir estas deben compartir la misma técnica o materiales, porque, como sabemos, las firmas se ejecutan de distinta manera con lápiz o con óleo.

La coetaneidad entre la firma dubitada e indubitadas, porque no es lo mismo una firma de primera época que aquella  que se estampa en la vejez.

Y por último analizar la documentación auxiliar proporcionada por el departamento técnico y la trazabilidad de la obra.

Y esto sólo es el principio…