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Resulta a veces desalentador enfrentarse a una firma dubitada.

La praxis pericial caligráfica aconseja acudir a obras indubitadas originales, suficientes, homogéneas y coetáneas.

La coetaneidad es incuestionable porque la escritura evoluciona constantemente y hay pintores que hacen coincidir cambios vitales o pictóricos con el desarrollo de una nueva firma.

Pero Picasso, es muy picassiano, y hace siempre lo no-previsto.

Y en el caso de la firma también.

Entre manos tenemos una firma dubitada que debería datarse entorno a 1900, lo que nos obliga a estudiar firmas ejecutadas desde 1895 a 1905.

Pero en Picasso ¡resulta tan complicado! Porque la variabilidad escritural abarca todo tipo de firmas: simplificadas a iniciales, inicial de nombre y primer apellido, inicial, primer y segundo apellido, más o menos elaboradas, sencillamente subrayadas, ascendentes, horizontales etc.

Veamos estos casos:

Conviene en estos casos considerar todos los géneros gráficos además de la forma y la dirección para encontrar correspondencia con otras firmas de la época y en especial coherencia, recordando las peculiaridades del soporte, en este caso una superficie muy porosa y manchada.