Georges Serratrice y Michel Habib, neurólogos y miembros de la Academie de Médecine, publicaron en 1993 (en español en 1997) el libro: Escritura y cerebro, mecanismos neurofisiológicos.
El libro empieza fuerte: en su introducción se dice:
“Escribir es, en definitiva, una ejecución individual la materialización singular de la personalidad que, sin duda, pone de manifiesto los aspectos más íntimos del psiquismo humano, lo que los psicólogos investigan en las palabras o en los sueños y que los grafólogos afirman encontrar en el análisis del grafismo”.
¿Qué se necesita para escribir?
- La concepción y planificación del modelo gráfico.
- La ejecución del gesto de la escritura.
- Un componente conductual
Para ello interviene el lóbulo parietal para la trascodificación porque el mensaje se percibe a través del entorno (visión y audición).
El modelo gráfico una vez concebido se concretará gracias a dos regiones cerebrales: el área cortical y la subcortical que desempeña un papel regulador y modulador del movimiento.
“El resultado, es decir, el trazado de la escritura varía según los individuos y probablemente esta conducta gráfica está influida por las motivaciones, humor y afectividad”
Sucede lo mismo que en la recepción de un mensaje auditivo en esta interviene cada uno de los dos hemisferios , del hemisferio izquierdo proceden los elementos de carácter verbal y del derecho «los elementos de carácter espacial y una especie de visión global, semántica, de la palabra escrita»
Y todo ello se realiza en décimas de segundo.
Pero la escritura no sólo es el resultado de una conjunción de las distintas partes del cerebro ni de la anatomía del encéfalo, porque escribimos y escribimos de una manera concreta.
“Lo que oímos, vemos sentimos, recordamos, pensamos o imaginamos, es decir, informaciones, mensajes, sensaciones o impresiones que transcribiremos en un papel”
Por eso la escritura es más que su cerebro y que las manos que obedecen.