Tanto monta, monta tanto
Isabel como Fernando
Así reza el refrán, y es que en la letra, en algo se parecen.
En el post anterior comentaba la escritura hiperligada del rey, pero el post tenía cierta trampa; como la trampa de don Fernando, porque, para lograr esa escritura hiperligada angulosa utilizaba puntos de unión y acerados.
Es una manera forzada y engañosa de unir las letras.
¿Qué significa? que quizás el lobo no fuera tan feroz como lo pintan y que por aquello de, o por las buenas o por las malas….si para conseguir una apariencia de cohesión, hay que trazar gestos impulsivos y acerados, pues todo vale.
La escritura de la reina es también hiperligada, además se apropia del papel con una desenvoltura y un poderío que llama la atención, especialmente en aquella época en que la caligrafía imponía unos modelos escriturales contenidos y perfectos .
La escritura se desliza con un trazado invasivo y filiforme sobre una línea de base estable, a pesar de alguna letra bailarina.
Una escritura acuática que arranca de un margen izquierdo rígido y se apropia del margen derecho de forma precipitada, de forma que éste se le queda pequeño.
Ahh! cuánta ambición, sin medida!
Su escritura abarca mucho espacio del papel, parece que escribe mucho y sin embargo, si contáramos las letras totales de lo que rubrica, tampoco hay para tanto! -como decimos coloquialmente-.
Doña Isabel comparte con don Fernando los puntos de unión que se disfrazan en esa escritura hipnótica, envolvente, veloz , con lazos y sobrealzados camuflados en medio de movimientos suaves.