Les planteo un supuesto caso de violencia textual por parte de un padre de una clase del colegio.
En la clase de 5 de primaria, los niños debían llevar un disfraz o muñeco que identificara un animal y debían explicar un poco sus características. El animal había que escogerse de una lista que la profesora había elaborado.
El grupo de WhatsApp de los padres empezó a echar humo: rápidamente los padres fueron eligiendo un animal, empezando por los más fáciles.
Cuando intervino mi cliente X había poco qué escoger (sapo y cabra) y echó en cara al grupito de papás diligentes el escaso tiempo que habían dejado para la elección.
El bromista de turno contestó a X: …cabra??…es fácil…será por cabrones!..
Este comentario arrancó las risas y emoticonos de todos, menos de mi cliente.
Sí ciertamente, era un comentario desafortunado; siempre hay un graciosillo en los grupos que aprovecha cualquier circunstancia para significarse; además, sabiendo la inquina entre los dos papás, aquello podía entenderse como una venganza o una pulla.
¿Qué había pasado? ¿por qué X estaba tan molesto?
La reacción de X se debe al fenómeno de INFERENCIA lingüística por la cual los hablantes realizan sus propias contribuciones a un texto. Sobre este concepto nos ilustra la profesora M.ª Azucena Penas en su libro El ciber texto y el ciber lenguaje donde hace referencia Introducción a la lingüística del texto de Robert-Alain de Bea grande y Wolfgang Ulrich Dressler.
En este libro, en el capítulo II, estos autores, desarrollan ampliamente este tema, mencionando las 7 normas para que un texto sea inteligible (cohesión, coherencia, intencionalidad, aceptabilidad, informatividad, situacionabilidad e intertextualidad).
En todas ellas, juega un papel importantísimo el contexto donde se emite el mensaje y en ese contexto concreto, el receptor que lo recibe. Este completa la información que falta según sus parámetros y lo curioso del caso es que, a menor información, mayor eficacia comunicativa.
¿Qué les parece este ejemplo que exponen en la página 44?
Imagínense una señal de tráfico y pregúntense cuál de los dos mensajes es más efectivo:
NIÑOS
JUGANDO
DESPACIO
O bien,
Los conductores deberían conducir despacio, porque los niños que juegan en las inmediaciones podrían cruzar la calzada sin mirar. Los vehículos pueden detenerse con mayor facilidad si circulan despacio.
Nuestro cerebro ha completado inmediatamente el primer mensaje y ni le ha dado tiempo de leer el segundo.
A nuestro X, su cerebro también le completó el mensaje pero con toda la carga subjetiva, rescatando de la memoria todos los conflictos con el padre graciosillo.
El comentario merece una disculpa, pero ¿una denuncia?