Ver amanecer es un privilegio y una sensación muy especial: la luz que se abre paso en la oscuridad y gracias a ella, se ve todo mucho más nítido.
Permítanme esta imagen, un tanto romántica, para introducir el tema de la claridad escritural. En un post anterior abordamos el tema de las firmas ilegibles; en ocasiones a la ilegibilidad de las letras se añaden tachaduras logradas por la propia rúbrica, rasgos que reafirman esa confusión íntima o deseos de ocultar el yo por diversos motivos desde la inseguridad al juego de una personalidad escurridiza.
Veamos lo contrario, escrituras claras que facilitan la legibilidad, es decir la identificación de sustantivos y verbos, esencialmente. El profesor José Javier SIMÓN sostiene que:
«Para interpretar grafológicamente la legibilidad de la escritura basta tener en cuenta que cuanto con más claridad se escribe, con más lucidez se piensa y con más nitidez se actúa»
Cuando se valora este rasgo hay que considerar que la escritura se ha redactado siguiendo la manera habitual con la que escribe la persona, sin circunstancias exógenas o endógenas que pudieran aumentar la confusión de trazos o ilegibilidad , por ejemplo, apuntes de clase, escribir en una superficie inadecuada o en un vehículo en marcha etc.
Pero hay claridad y claridades.
En la interpretación grafológica, hay que considerar el conjunto de la escritura y ponderar las conclusiones, porque se escribe con una letra clara dependiendo de las motivaciones, intereses o incluso patologías.
Veamos algunos casos:
Esta imagen pertenece a una carta de motivación en un proceso de selección: el candidato se esfuerza por escribir de forma clara a pesar de su temperamento nervioso, lo cual dice mucho de este hombre porque tiene capacidad de autocontrol.
La segunda imagen también pertenece a una candidata a un puesto de secretaria: la claridad es evidente, pero la inclinación invertida (es decir una escritura con una orientación hacia la izquierda) nos revela una personalidad más introvertida y cerrada de lo que manifiesta públicamente.
La tercera imagen, aparentemente es clara, sin embargo añade unos rasgos iniciales que complican innecesariamente una escritura mayúscula legible; además, observamos un trazo irregular y sobre todo, una rigidez inusual en una escritura estampada sobre papel cuadriculado: este es el ejemplo de una escritura de una persona con trastorno bipolar.
La legibilidad es una cualidad que se agradece, pero hay que analizar siempre en qué contexto se desarrolla, para detectar, también en estos casos, las víctimas colaterales.