Todos llevamos un Lazarillo dentro, nos va la picaresca.
Citan a un individuo para ir al Juzgado a que le tomen un cuerpo de escritura. El hombre va tranquilo, algo extraño, porque cualquier persona en estas circunstancias suele manifestar cierta ansiedad.
Pero este tipo va con aplomo, el café matutino no ha alterado ni un ápice su sistema nervioso y el sujeto obedece las instrucciones sobre cómo ir realizando el cuerpo de escritura.
El perito observa y detecta que, de entrada, la escritura dubitada e indubitada coinciden en algunos rasgos esenciales, pero en otros no.
El perito también guarda la compostura y al final de ese cuerpo de escritura, y ante la mirada del funcionario, solicita al sujeto que vuelva a escribir lo mismo pero con la mano izquierda.
Ahora sí: el hombre parece mostrar cierto temblor en su mano y un sudor casi imperceptible asoma en su frente.
Te tengo, Lazarillo.
Las conclusiones del informe dejarán claro que el individuo había escrito ese anónimo con la mano no habitual y por eso el análisis pericial había detectado unos rasgos propios de la escritura con mano contraria:
• Desbaratamiento de la forma: la arcada se transforma en guirnalda.
• Aumento de tamaño.
• Toma del espacio de forma similar.
• Idéntica idea de trazado, pero con reenganches.
• Ataques y finales indecisos.
• Línea de base ondulada y final descendente.
• Puntos y acentos mantenidos.
• Idéntico orden exterior, pero confusión en el orden interior.
• Mayor espacio interlineal por agrandamiento de la escritura.
• Distintas proporciones.
• Cambios de presión según zonas.
El hombre sale del Juzgado más nervioso de cómo entró.
Muchas gracias por tu aportación. Feliz semana.
Igualmente, muchas gracias