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Un apunte sobre cómo detectar la depresión en la escritura.

E. Sollange PELLAT escribió este libro en 1927 y abarca mucho más allá de las conocidas Leyes de la escritura que constituyen el axioma y fundamento, como el propio autor defiende, de la ciencia llamada Grafonomía.

Pues bien, en el capítulo VIII Sollange aborda los temas de “El temperamento, la vitalidad y las disposiciones patológicas” y se detiene en la escritura resultante de distintos “estados de depresión” que va más allá del descenso de las líneas.

Veamos esos rasgos:

1. El acortamiento general del trazado -por empequeñecimiento progresivo- o trazado inhibido porque el final de las letras se acorta.
2. Los temblores laterales -por temblores en zigzag- y/o verticales -por temblores en el plano perpendicular del papel-.
3. El arrastramiento del útil que provoca pequeños hilos enlazando letras e incluso palabras.
4. El aplastamiento de la base de los óvalos -descartando la posibilidad de que el escritor emplee una regla graduada como punto de apoyo-.
5. La irregularidad del relieve por una falta de coordinación mano-papel.
6. El empastamiento u oscurecimiento anormal de perfiles, óvalos o puntos.
7. El retoque interrumpido.
8. La caída suave y regresiva de los trazos constitutivos descendentes de las letras.

Todos estos rasgos revelan fatiga o que el escritor carece de fuerza física o psíquica; por ello son rasgos muy alarmantes si el texto a analizar es breve o cuando el sujeto manifiesta no estar cansado, no haber ingerido alcohol o no padecer ninguna enfermedad.

Este estado de decaimiento y fatiga interior lo podemos detectar en niños y puede ser revelador de su malestar interior; en estos casos el análisis grafológico tendrá que precisar si se debe a motivos de su ámbito familiar o social, detalle éste importante para revelar un posible caso de acoso escolar.