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En este post abordaremos cómo la escritura infantil puede revelar la ansiedad que puede estar sufriendo un niño.

La RAE define ansiedad como Estado mental que se caracteriza por una gran inquietud, una intensa excitación y una extrema inseguridad.

Hoy por hoy, la ansiedad es un cajón de sastre para atribuir tanto las causas como los  síntomas de un malestar interno.

Y si es habitualísimo en adultos que tienen recursos y experiencias ¿por qué extrañarnos si nuestro hijo o la mitad de los alumnos de una clase sufren épocas malas?

Enseñándoles a conocerse y a saber salir de esas situaciones incómodas, los adultos debemos aconsejar y acompañar a los jóvenes sin alarmismos.

Como siempre hay que observar la intensidad y la frecuencia de los episodios y en algún caso podemos acudir a un grafólogo para detectar o descartar en la escritura una ansiedad paralizante.

Algunos de los rasgos escriturales que revelan esa zozobra interior o ansiedad son:

  1. Retoques frecuentes (no correcciones ortográficas): si el retoque es inmediato y no resuelve ni la forma ni la tipografía, la ansiedad está relacionada con la impulsividad y la reactividad primaria.
  2. Mala calidad del trazo (temblores y abolladuras) reveladora de una sensibilidad intensa.
  3. Numerosos puntos de unión y trazo sucio con engrosamiento.
  4. Espacios arrítmicos entre letras y palabras.
  5. Letras que chocan y se adosan.
  6. Letras disociadas (a, d, q, g) y estrechadas. La ansiedad es paralizante y es reveladora de un temor o dificultad en la comunicación o en las relaciones afectivas.
  7. Irregularidad en la zona media. Esta zona representa el yo consciente, la intimidad y la valoración de uno mismo; excesivos cambios de tamaño nos sitúan en un entorno de desvalorización y tendencia depresiva.
  8. Escritura retrasada para a la edad. El niño revela un deseo de vivir etapas anteriores en las que se sentía más confortable y seguro.
  9. Acentuación baja y pesada asociada a un sentimiento de impotencia y de inferioridad.
  10. Torsiones en hampas y zona media que revelan fragilidad emocional y vulnerabilidad frente a las agresiones externas.
  11. Presión demasiado fuerte que indica sobreesfuerzo, crispación y violencia más o menos exteriorizada.
  12. Barras de t inhibidas o descendentes.
  13. Finales descendentes en letras como la a, e y o.
  14. Escritura blanda y flotante. La ansiedad deriva de la cobardía o la falta de fortaleza a la hora de asumir cargas o tareas.

Estos rasgos, si son detectados en una escritura, hay que anotarlos en la ficha técnica, y como siempre, sin buscar tres pies al gato y proceder con rigor en las conclusiones orientadoras y nunca alarmistas, porque los niños no son ratones de laboratorio.